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Policía de Santa Mónica abusó de más de 200 niños, los amenazaba con deportar a sus papás

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Santa Mónica ignoró las advertencias de abuso del empleado de policía Eric Uller

En casi tres décadas como empleado civil del Departamento de Policía de Santa Mónica y de la ciudad, Eric Uller fue considerado un destacado servidor público que ganó premios por sus conocimientos de tecnología.

Pero la actividad que le otorgó el mayor reconocimiento fue su trabajo como voluntario en la Liga de Actividades Policiales, donde, a partir de finales de la década de 1980, trabajó con niños y niñas en el programa extraescolar de la organización sin ánimo de lucro.

Uller era una cara familiar en el centro PAL que atendía a los barrios latinos de Santa Mónica, frecuentemente se le veía viajando en un vehículo policial y haciéndose amigo de generaciones de jóvenes.

Pasaron décadas antes de que se descubriera que Uller era un depredador sexual, el centro de una impresionante serie de crímenes que destruyeron las vidas de decenas de niños y dejaron al descubierto graves interrogantes sobre por qué las autoridades tardaron tanto en descubrir lo que hacía.

Ahora, más de 200 personas han denunciado haber sufrido abusos por parte de Uller, la mayoría niños de bajos recursos que buscaban orientación, actividades y programas municipales. Los documentos judiciales muestran que frecuentemente se aprovechaba de niños vulnerables cuyos padres se encontraban en el país sin papeles de inmigración en regla. Las investigaciones penales y las demandas civiles han revelado numerosas omisiones de señales de advertencia sobre los abusos que Uller estuvo cometiendo a lo largo de muchos años.

Esta semana, Santa Mónica ha llegado a un acuerdo en nuevas demandas, con lo que el pago total asciende a 229 millones 285 mil dólares, el desembolso más costoso por abuso sexual de una sola persona en cualquier municipio del estado. Pero más que el dinero, el caso ha desatado intensas críticas sobre por qué la ciudad no pudo proteger a los menores.

“¿Cómo ha podido ocurrir esto durante tanto tiempo? Hay un trauma generacional en la comunidad a causa de Uller”, dijo el concejal Oscar de la Torre.

“Hay que recordar que, en esta ciudad liberal, existe una gran población de raza negra y latinos y que nadie en el gobierno velaba por nuestros hijos”. El barrio de Pico estaba marginado en aquella época”, dijo De la Torre, señalando que los abusos de Uller se produjeron “bajo el escudo de las fuerzas del orden” y “ni una sola persona perdió su trabajo” como consecuencia del descuido.

Atraía a sus víctimas gracias a sus conexiones policiales

Uller, un despachador de la policía de Santa Mónica de una familia médica adinerada se unió a PAL en 1989 como mentor de jóvenes con problemas, según muestran los registros. El lanzamiento del grupo patrocinado por la policía coincidió con un aumento masivo de los delitos violentos y el crecimiento de las pandillas, y el programa fue un esfuerzo para frustrar esa influencia en las partes más pobres de Santa Mónica.

Casi de inmediato empezó a captar a chicos latinos de entre 12 y 15 años del barrio de Pico, aunque algunos tenían tan sólo 8 años, explicó el abogado Brian Claypool, que ha representado a más de 80 víctimas.

El abogado Brian Claypool de The Claypool Law Firm anuncia los términos del acuerdo histórico durante una conferencia de prensa en el Palacio de Justicia Stanley Mosk en Los Ángeles el miércoles.

Las víctimas dijeron que Uller utilizó sus contactos policiales para atraerlas.

“Me convenció con dinero, tarjetas de béisbol, entradas para los Dodgers, comida”, dijo John AM Doe, uno de los cientos de ex jóvenes de PAL que acusaron a Uller de repetidas violaciones y abusos sexuales durante dos años y culparon a la ciudad por permitir que un depredador acechara a los niños.

John AM Doe fue identificado en los documentos judiciales con un seudónimo y no es identificado por The Times, que generalmente no nombra a las víctimas de agresiones sexuales. Dijo que tenía 12 años cuando conoció a Uller, mientras él y a otros niños paseaban en su camioneta Chevy Suburban, que estaba equipada con una radio de la policía, o en una patrulla sin marcar que le dio el departamento. Recuerda que Uller llevaba placa y esposas y dice que incluso una vez dejó una pistola en el asiento del coche.

“Todo el mundo pensaba que era un agente de policía”, dijo John AM Doe.

John Doe 4 tenía 11 años en 1989 cuando comenzaron los abusos, según consta en los registros judiciales. El niño fue abusado por primera vez cuando Uller lo llevó a la consulta médica con el pretexto de que le hicieran un examen físico necesario para practicar deportes, una estratagema que Uller utilizó repetidamente, según las autoridades. Los abusos continuaron durante dos años, según los documentos judiciales.

Advertencias ignoradas

Una sargento de la policía de Santa Mónica sospechó del comportamiento de Uller con un niño entre 1991 y 1993 e inició una investigación, según un informe de 2018 del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles revisado por The Times.

Michelle Cardiel, empleada de PAL de 1990 a 1998, le dijo a un detective del sheriff que “el niño iba a todas partes con Eric, y le parecía raro”.

Cardiel declaró a los investigadores del sheriff que, hacia 1995, un niño le dijo que Uller se había ofrecido a ayudarle a “limpiarle el pene porque su padre es médico”. Cardiel informó del incidente al agente de policía de Santa Mónica Jay Trisler, que entonces estaba asignado al programa PAL, y Trisler dijo que investigaría. También se lo contó a su jefa de PAL, Patty Loggins, quien le dijo a Cardiel que la sancionarían si seguía difundiendo chismes sobre el lugar de trabajo, según el informe del sheriff.

Cardiel dijo que al día siguiente, Uller se acercó a ella y reconoció que la interacción que había tenido con el niño había sido inapropiada y le rogó que no lo mencionara de nuevo.

Ni Trisler ni Loggins devolvieron los mensajes solicitando comentarios.

En una entrevista con The Times, Cardiel recordó que dos agentes que entrevistaron al niño en aquel momento dijeron que “había habido un malentendido” y que Uller nunca había tocado al niño.

No se tomó ninguna medida contra Uller.

Una empleada de la Liga de Actividades Policiales declaró haber sido testigo de comportamientos sospechosos en los que estaba implicado Uller, entre ellos adolescentes que se presentaban en la oficina de la PAL en Memorial Park con las últimas Air Jordan u otras prendas de vestir y decían que Uller las había comprado.

En una declaración jurada obtenida por The Times, una detective de la unidad de menores del sheriff cuya identidad se mantiene en reserva para este reportaje dijo que empezó a sospechar de Uller, señalando que “se estaba acercando demasiado, tanto física como emocionalmente, a los niños con los que le veía”.

“Pensé que el comportamiento de Eric y su relación con los chicos no eran apropiados, así que informé de mis preocupaciones a mi sargento y a mi teniente”, dijo la detective, señalando que sus superiores le dijeron que no era asunto suyo.

También descubrió que Uller había invitado a niños a su casa y que los había llevado de excursión los fines de semana. Cuando le dijo que pusiera fin a ese comportamiento, él la ignoró, dijo en la declaración.

“Cuando pienso en cómo abusó de estos chicos mientras yo era una agente de policía de Santa Mónica cuyo trabajo era proteger a los niños de gente como Eric, se me rompe el corazón”, escribió.

Cardiel también relató que los adolescentes se presentaban en la oficina de PAL en Memorial Park con tenis Air Jordan y otras prendas de vestir de moda y decían que Uller se las había comprado.

“Uller se hizo amigo de todos los funcionarios y directivos y les deslumbró con sus conocimientos informáticos”, dijo Cardiel.

Tras empezar como operador del 911, Uller ascendió hasta convertirse en el principal analista de sistemas del departamento de tecnología de la información de la ciudad, y en 2009 recibió el premio al servicio público del Club Rotario de Santa Mónica. Pasó la mayor parte de su carrera revisando el sistema 911, supervisando las cámaras de vigilancia de la ciudad, reconstruyendo las bases de datos de detenciones e infracciones de tráfico y construyendo un sistema de cartográfico de la delincuencia.

Según un informe del sheriff de 2018, varios exempleados de la ciudad de Santa Mónica dijeron a los detectives que denunciaron la mala conducta de Uller.

El teniente retirado de la policía de Santa Mónica Greg Slaughter, quien dirigió el centro de comunicaciones del departamento donde Uller era el principal analista de sistemas, dijo que una mañana a principios de la década de 2000, un supervisor encendió una computadora para trabajar y apareció pornografía infantil en la pantalla. Slaughter dijo que inmediatamente ordenó una investigación, que condujo a Uller, pero nunca fue entrevistado en relación con las acusaciones.

Slaughter dijo a un investigador del sheriff que Uller se reportaba directamente al jefe de policía, James Butts.

“La estructura de rangos se pasó por alto en favor de Eric”, dijo Slaughter en el informe del sheriff.

Slaughter también dijo que fue testigo de cómo Uller llevaba a chicos jóvenes “por toda la ciudad” e informó de ello a sus jefes. Afirmó que, tras enterarse de que Uller “disponía de un vehículo policial sin distintivos para uso privado y totalmente equipado”, comunicó al jefe de personal del departamento que ese uso era inadecuado.

Butts, que dirigió el Departamento de Policía de Santa Mónica de 1991 a 2006 y ahora es alcalde de Inglewood, dijo el martes en un correo electrónico a The Times que “nunca tuvo conocimiento de ninguna acusación contra Uller o cualquier persona en el programa”.

‘Podía salirse con la suya con lo que quisiera’

Algunas de las víctimas de Uller recordaron que incluso encendía las luces y la sirena de la policía mientras las llevaba a casa, reforzando aún más la idea de que era un policía que trabajaba bajo el resguardo de la autoridad, revelan los documentos que resumen los relatos de las víctimas.

Uller sobornó a algunos con billetes de 20 dólares, viajes a partidos de los Lakers o a McDonald’s y videojuegos, según las declaraciones de los testigos. A otras víctimas las amenazaba, sobre todo a las que habían tenido problemas con la justicia o cuyas familias eran vulnerables por su situación migratoria.

“No podía decir nada porque mi familia podría ir a la cárcel”, dijo John AM Doe, que afirmó haber sufrido abusos de Uller durante dos años. “Era como si pudiera salirse con la suya con lo que quisiera”.

Otra víctima denunció que Uller empezó a abusar de él cuando era adolescente, tras ser detenido por la policía de Santa Mónica. Mientras el joven luchaba con otros problemas con la ley, fue obligado a someterse a actos sexuales con Uller, según los registros de su demanda judicial.

“La amenaza tácita era que si no seguía el juego de Eric, iría a la cárcel”, dijo el hombre en una reciente declaración judicial.

Al principio, Uller llevaba a los chicos a callejones oscuros no muy lejos de sus casas, según los investigadores. Los llevaba en un coche de policía sin identificación, en su Suburban o en un Toyota 4Runner, ambos con cristales polarizados. También se detenía en una calle lateral oscura junto al cementerio de Woodlawn. A medida que se volvía más descarado, empezó a utilizar la camioneta del programa PAL y de la oficina de la organización sin ánimo de lucro para sus abusos, según muestran los registros judiciales.

A mediados de los noventa, Uller abusaba de un chico identificado como John Doe 6, de 13 ó 14 años. Uller le dijo a la víctima que podía conseguirle un trabajo, pero que primero tendría que hacerse un “examen físico”. Uller le llevó entonces a la oficina de su padre fuera del horario laboral y abusó de él, afirma la demanda. Los abusos continuaron durante cuatro años.

Un suicidio y secretos al descubierto

La fachada pública de Uller como una figura de autoridad amigable que ayudaba a niños con problemas comenzó a desmoronarse en 2018, cuando fue arrestado bajo sospecha de abusar de cuatro niños mientras era voluntario de PAL a principios de la década de 1990, según los registros del Departamento del Sheriff.

Uller, entonces de 50 años, fue acusado de múltiples cargos de actos lascivos contra un niño. Tras su detención, otras seis personas acusaron al veterano empleado municipal de abusos sexuales. Pero el día en que debía comparecer ante el tribunal, Uller fue hallado muerto por suicidio en su apartamento de Marina del Rey.

A raíz de la muerte de Uller, el Departamento de Policía de Santa Mónica anunció que iba a remitir al Departamento del Sheriff una acusación según la cual las personas que conocían los abusos de Uller no habían dado la voz de alarma, como exige la Ley de Denuncia de Abusos a Menores y Negligencia.  Pero nunca se acusó a nadie. Según el informe del sheriff, el expediente personal de Uller no contenía documentación alguna sobre “quejas, alegaciones o investigaciones relativas a abusos sexuales” o mala conducta en relación con PAL.

Por el contrario, en mayo de 1999, Uller fue declarado por la policía de Santa Mónica como empleado civil del año y recibió una ovación de pie. “Parece que no hay nadie en el departamento a quien Uller no haya ayudado con su capacidad para reparar computadores, programar radios y ofrecerse como voluntario para multitud de eventos”, señalaba la declaración.

Claypool, abogado que representa a John AM Doe y a docenas de otros demandantes, dijo que nunca había visto un caso de abuso sexual como éste.

“Tenemos a un técnico municipal haciendo de policía frente a policías de verdad, llevando a niños solos por la noche, yendo de excursión”, dijo Claypool. “El Departamento de Policía y la ciudad recibieron repetidas advertencias. El personal y los niños se quejaron ante los agentes de la policía de Santa Mónica, diciendo que estaba haciendo cosas horribles”.

Un legado de abusos y dolor

En respuesta a numerosas preguntas de The Times, la ciudad calificó el abuso de Uller como “desgarrador y perturbador” y dijo que desde que se enteró de las acusaciones en 2018, ha tomado medidas para garantizar la seguridad de los jóvenes en todos los programas de la ciudad. Los funcionarios también contrataron a una firma consultora con experiencia en investigaciones de abuso sexual y aprobaron una Resolución de Protección Infantil para ayudar a detectar comportamientos inapropiados y prevenir el abuso.

La alcaldesa Gleam Davis dijo que Santa Mónica ha “modificado prácticamente todos los programas comunitarios dirigidos a los jóvenes”, señalando que el abuso ocurrió hace dos o tres décadas y que ninguno de los actuales dirigentes de la ciudad o del personal de PAL estaba allí en ese momento.

“Quiero asegurarme de que todo el mundo entienda que este fue un capítulo triste de la historia de la ciudad, y esperamos y rezamos para que esto no vuelva a suceder”, dijo Davis el martes tras la votación para aprobar el acuerdo. “Nuestros corazones están con las víctimas que experimentaron tanto dolor y angustia”.

Pero las medidas y el acuerdo no pueden compensar todas las vidas jóvenes que Uller destrozó, dijo John AM Doe.

“Dejé los estudios. Tuve hijos a los que no presté atención. Fui a la cárcel por tomar malas decisiones”, dijo John AM Doe, que pasó tres años en prisión. “Veo su nombre cada puto día y noche en mi mente.

“No hay cantidad de dinero que pueda arreglar lo que he pasado”, añadió.

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