Hermosillo, Sonora.— El cáncer de mama se ha convertido en uno de los principales tumores que afectan a los animales de compañía, especialmente en perras y gatas, advirtió la médica veterinaria Elisa Jacaranda Vázquez Sánchez, especialista en medicina y cirugía de perros y gatos del Centro Veterinario Oncológico de Sonora.
Vázquez Sánchez explicó que, al igual que en humanos, la detección oportuna es clave para mejorar el pronóstico y garantizar una mejor calidad de vida para las mascotas. Por ello, destacó la importancia de realizar revisiones veterinarias periódicas que permitan identificar tumores en etapas tempranas y tratarlos a tiempo.
“Lo ideal es que las personas lleven a sus perritas con el veterinario, porque somos quienes podemos hacer una revisión más detallada, revisar sus linfonodos y toda la cadena de glándulas mamarias, y que los atienda un especialista”, señaló.
La especialista subrayó que la esterilización reduce significativamente el riesgo de desarrollar cáncer mamario, ya que el factor hormonal es uno de los principales desencadenantes de esta enfermedad tanto en humanos como en animales.
En el caso de los gatos, añadió, también se trata de una de las neoplasias más frecuentes —es decir, el crecimiento anormal de células que forman un tejido nuevo y descontrolado—, y suele ser más agresiva que en los perros.
Aunque no existen cifras exactas sobre el número de canes que padecen este tipo de cáncer, Vázquez Sánchez afirmó que en Sonora se encuentra entre los tres diagnósticos de tumores más comunes.
El tratamiento principal es la cirugía; sin embargo, algunos casos pueden requerir terapias adicionales dependiendo del tipo de cáncer. Tras la operación, los cuidados del dueño son fundamentales para mantener la calidad de vida del animal.
“Simplemente tratamos de que ellos mantengan su calidad de vida, que puedan seguir su rutina. Los efectos de las quimioterapias en animales son diferentes a los de los humanos”, explicó.
Finalmente, la especialista recomendó iniciar revisiones preventivas a partir de los siete años de edad en razas pequeñas como poodles y chihuahueños, así como en perros mestizos, que son los más propensos a desarrollar este padecimiento.


